Se define un estado de buena salud visual cuando el sistema visual realiza
sus funciones básicas que son: la agudeza visual, la adaptación a la oscuridad,
la visión de colores, la visión periférica y la motilidad ocular de manera
óptima, sin evidencia de enfermedad.
Deterioros visuales son aquellos que limitan una o más de las funciones
básicas del sistema visual. Estos pueden ser el resultado de enfermedades del ojo,
de enfermedades del nervio óptico, del sistema óptico del ojo, de la vía visual, de
la corteza visual y de desórdenes de la motilidad ocular, entre otras condiciones.
La limitación visual es la alteración que trae como consecuencia dificultades
en el desarrollo de actividades que requieran el uso de la visión. La
OMS clasifica los grados de discapacidad visual, dependiendo de la agudeza
visual, de la siguiente manera(19 ):
En cuanto a la limitación del campo visual, toda persona con un campo
visual no mayor de 10 grados desde la fijación es legalmente ciega (18).
El estado óptico es la propiedad que tiene el sistema visual de permitir a
la luz tener uno o varios puntos de focalización. Para comprender los estados
ópticos del ojo, es necesario aclarar los siguientes términos y conceptos:
• Emetropía: cuando la luz proveniente del infinito (que se puede asumir
desde seis metros en adelante) entra al sistema óptico visual y se
focaliza en la retina, cuando la persona tiene su sistema de acomodación
en reposo.
• Ametropia: cuando la luz entra al sistema óptico y se focaliza en uno o
varios planos diferentes al plano de la retina. Como ametropías se encuentran
las siguientes alteraciones refractivas: miopía, hipermetropía,
astigmatismo.
• Presbicia: cuando la persona como consecuencia de la peérdida de elasticidad
del cristalino, que se presenta a medida que se va avanzando en edad,
presenta dificultad par enfocar nítidamente las imágenes que están ubicadas
cerca (30 a 50 cm).
Las personas con alteraciones de la agudeza visual producidas por los
anteriores estados ópticos del ojo deben ser valoradas por el optómetra, y al
ser correctamente corregidas por medio de anteojos o lentes de contacto
deberán mejorar la agudeza visual por lo menos a 20/40. Cualquier deficiencia
respecto a este resultado indica una alteración orgánica del sistema visual y el
paciente debe ser evaluado por un oftalmólogo (A:5) (3, 4, 10, 11).
El sistema visual del humano es inmaduro al nacer, y el proceso de maduración
se lleva a cabo durante los primeros seis a ocho años de vida y
requiere que los estímulos visuales que llegan a la retina de ambos ojos estén
correctamente enfocados en cada ojo y alineados entre los dos ojos. Si por
cualquier causa no se cumplen los anteriores requisitos, no habrá una correcta
maduración del sistema visual y esto conduce a la patología llamada
ambliopía (H530), que debe ser tratada lo antes posible, o sus consecuencias
serán permanentes e irreversibles. Por estas razones es de extrema importancia
detectar y tratar oportunamente cualquier alteración del sistema
visual en esta etapa de la vida. Existen por otra parte patologías orgánicas
propias de la infancia que deben ser tratadas con urgencia para mejorar el
pronóstico visual del niño o inclusive para salvar la vida, como ocurre en la
catarata congénita y el retinoblastoma (5-8, 20).
En el adulto, existen patologías del sistema visual que no son detectables
por medio del examen de toma de la agudeza visual dado que en sus etapas
iniciales no afectan la agudeza visual, dentro de estas ellas está el glaucoma y
la retinopatía diabética, que son de las principales causas de ceguera en nuestro medio. Por lo anterior los pacientes diabéticos deben ser evaluados por medio
del examen oftalmológico una vez realizado el diagnóstico de diabetes y,
luego, cada año (A:1) (11, 21, 22). Como el glaucoma crónico de ángulo
abierto suele iniciarse después de los 40 años y debe ser tratado lo antes
posible(9, 23), se especifica el examen visual ya sea por oftalmólogo o por
optómetra, para la población general a los 40 años de edad y, luego, cada
cinco años (A:1) (4, 9, 22). Si el optómetra encuentra alteraciones debe
remitir el paciente inmediatamente al oftalmólogo.
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